A escasas horas de abrazar mis 36, vuelvo a detenerme…
Aprendí gracias a mi tía abuela de 92 años, a la que mimo a diario, que el regalarle sonrisas, bailes y alegrías por sorpresa, le da vida, como a todos nuestros mayores. Porque las penas, con buen humor y amor, llegan hasta a olvidarse.
Aprendí que la vida son ciclos constantes, y que no viene mal detenerse, cerrar compuertas, recomponerse, autoexaminarse hasta las propias entrañas y tratar de retomar creyendo saber a la perfección, quién eres y qué necesitas a día de hoy. Aunque también he de confesar, que he sido muy consciente de que quién no se la juega, no falla, no folla, pero tampoco crece, aprende, descarta, conoce o sorprende.
Aprendí también a sacar adelante esas palabras que siempre me acompañaron de muy pequeña, ese: “hija, no esperes a que te hagan nada, hazlo tú misma”. Y de ahí , unido a la falta de encontrar quien me suministre lo que yo deseo tanto experimentar como ofreceos, nació con más intensidad mis ganas por conocer y trabajar el cuero. Mimo, testarudez y paciencia, se tornaron mis grandes aliados.
A mis casi 36… algo nuevo debería aprender, a pensar un poco más en mi y en mis tiempos libres de vida .
A los que siempre estáis ahí, aquí, cerquita, GRACIAS